miércoles, 3 de octubre de 2018

La Punta de una Antorcha




Cuando veo un reflejo intento hablar de él.
Antes creo haberlo hecho más a menudo.
Orientado siempre a las constelaciones.

-¿y si nunca fué asi?-

Pero el mundo parece más pequeño ahora.
Más algebraico.
Construido por prólogos y eslabones.
Por ventanas de caucho donde las mariposas
conservan en su memoria el brillo de una libélula.

Claro hablo de tiempos en que las
mariposas observaban la noche.
Igual que todos los hombres lo hacía. Sin saber
porqué.

Ese porqué es básico para determinarnos.
Para encontrar nuestros escencialismos.
Nuestras barbaries y también neologismos.

Ese "porque" es la pre-conciencia de una poetica
que vaga y en ese errar llega a un encuentro con
las hojas. A una cita con ese brillo ontológico
despuntando de los matices de la nieve.
De los rigores del alma donde
a veces nacen los racimos
y juguetes.

!Oh la locura de estar lleno de subterfugios¡

De llevar un poco de grasa en la sangre.
De suscintar amapolas o en todo caso oprimir  
un iris escandinavoo donde los navíos 
se deforman.

Igual que el movimiento en las coronas de una llama.

Incrustada en la punta de una antorcha.






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