viernes, 7 de abril de 2017
La MIrada en las Peninsulas
El hemisferio remoto de un atlas.
-¿era de yodo o arcilla?-
La goleta juntando psicodelias o adrenalinas.
Las sienes entre la arena volviendo a escudriñar.
La mente conmemorando la llegada a la teorìa o la
idea. Las estrofas sobre las sienes con
un complemento de sueños o hiperboles conjugadas
en la luz por la belleza mortal
de un circulo.
El mundo igual a un horizonte donde las ciudades edifican
ceremonias de hambre para los sargazos y en cada silueta
una espina, una memoria esparciendose entre nombres
de visagras y muelles con los que anduvimos
desplazando absurdamente silabas
y dinastìas de barro que nunca
cerraban los ojos.
Planos de nihilismos con una
botella en las uñas.
Diarios parabòlicos de una nube con alamares.
Superficies de collares que arrojan nudos entre
los rascacielos
mientras el sol cae en el interior de una andanada,
de un pulso, de un jadeo con relieves
y huevos de arcilla en alguna parte del limòn que oscila.
Dioses de arsenico en un punto de nuez donde escala
hacia el mercurio la nieve. Superficies de escarcha que en
cada conocimiento oprimieron dibujos y neumàticos.
Cartas de goma incrustadas en los fuselajes
de un sueño, donde las palabras exiliaban
clerigos y espantapajaros.
Luces de algodòn que inclinan sobre los muelles
el astro develado por una idolatrìa
en una primavera de sirtes
allì la ùnica constelaciòn estaba estructurada por
minaretes
royendo el indòmito silencio con que un fantasma
mira entre misteriosas peninsulas.
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