viernes, 21 de abril de 2017

El Templo de la Amapola






Como la vida de un vortice en un hilo, lleno de cupulas.
Igual al horizonte con filàrmonicas de escarcha
en el templo de una amapola.

En el hemistiquio maritimo de las palomas
donde las olas escriben extraños mandamientos
sobre las superficies y el invierno semeja
un venado sagrado con capitulos de inercia en
su temple.

En los eventos azules -que sè yo- organizados, sucios
o desarrollados por los ecos e intemperies.

En las apariencias de los molinos para regresar a la
duda llenos de encantamientos.

En ese encantamiento que no sòlo procede del
ser y es tambièn un rasgo de amatista en los peciolos.

En la estructura del verbo fragmentado en los
àngulos de un poema. Vicioso y fugaz como
una linterna en las efigies.

Cuando las estrellas son iluminadas por particulas
de helices sin movimiento que llegan de las
arcas.

Como la vida del vortice o el prisma.
Del espejo dormido en el misterio, lleno de elixires
y limones accediendo de forma celeste a las piedras y
el lomo de los hipopotamos.

O el decir del lenguaje sobre un bosque de 
evoluciones y rabinos descascarando un tallo.

Y dirigiendolo a las puertas de una
antroplogìa esteparìa

ebrìa de iconos y equinodermos.








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