sábado, 8 de abril de 2017

El Corazòn en los Bozales






La luna parda con el oficio de un rostro.
La arena llena de incrustaciones todas pertenecientes
al mercurio.
El olivo en el brocal tocado por la brisa.
Un jinete de neon colgando superficies de barniz
entre la realidad.
Un descenlace de vidrio en las dunas; allì duerme
un hipopotamo.
El oleaje de un paramo recorriendo clanes.
El solsticio o las embajadas que cruzan
trapecios de salivas antes de convertirse en piràmides.

El sol.
Lleno de axilas y escaleras.
El sol con inmensos moluscos que rozan sus llamas
para despuès transformarse en cenizas.
El lenguaje del papel en el sueño porque una paradoja
elige la naturaleza del tremante.

Antediluvianos eventos de sal en el trigo.
Pianos semejantes a las reencarnaciones.
Luces que retrasan la existencia de los cimientos
en un color naranja. Algo asi como el matìz que
toma distancia de un purpura o las linternas 
disecandose en un valle de oxigeno
lleno de silogismos.

Purpura la intensidad de toda fotosintesis.
Espiralada en sus huellas y deformaciones.
Llena de abominaciones como iniciales preambulos
en las azoteas, donde basicamente describen 
otra vida los gallinazos.

El reflejo del aire en un ferrocarril surcando las
escencias. El reloj en una cuña.
Los personajes de una capital enredados en un higo
antes que el amanecer alcance en sus dialogos
al verno.

Y algo tan elemental como la luz deje de oprimir
su corazòn en los bozales.







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