viernes, 10 de mayo de 2013
Semantologìa de una Muleta
Para encontrar la playa no es necesaria una piedra.
Un perimetro de ciudades. Una sìlaba que intentàmos
jamàs unir a otra, asi no crearìa la palabra.
En nuestras manos estarìa arrojarla al infinito.
Si el infinito quiere.
Para esas cosas sòlo basta vivir acantonado.
-digo, caminar a una playa-
De ser posible, en el fondo de la tierra.
En los grandes precipicios donde los besos
son crepùsculares, como el alma de
la providencia bañada por un
esquimal, por una tiniebla tuerta
en la aurora
dando paso y sin remordimientos
al alba.
Tampoco es importante el carbòn.
El zafiro desgastado por un orbe.
El sinòptico lenguaje de especies
con tonos liquidos como todo lo
que posee dentaduras.
Mandibulas.
Dinàmicas de salivas en ellas
recuerdan que la garganta aùn
predice el escarnio con
que guardamos las
cosas
ante un idilio.
- Mientras no sea nuestro-
Ante un romance donde creemos
adivinar de què està
hecho ese amor.
De què su veneno.
Pero ese es un delicado mal.
- tan hermoso ademàs-
Que sòlo me queda hablar del mìo.
No por narcicismo, no por egocentricidad.
Viene bien que los terminos tambièn
cojeen.
Viene bien que entre la oscuridad de
un papel tan luminoso.
Busquemos sus muletas.
Guillermo Paredes Mattos
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