sábado, 25 de mayo de 2013

La Fugacidad de los Ciclopes







Comprobando el ciclo de la fugacidad
llego a un dogma.

Escribo impávido, pues fue ese es el carácter 
que me han dado. Lo impávido a veces
es una naturaleza de suma y tristeza.

Escribir; asi se relega ésta noche
una reencarnación.

El abrir una tela en la boca,
el buscar un edificio maritimo en
las cartas del diablo, cuando su frenesí,
llega a la tregua convertido en
galaxia.

Y entonces lo miro.

Y entonces vuelvo a escribir reflexionando
o meditabundo, con la magia
del forastero en el indicio
de que la felicidad fue el
preambulo de algun
vagabundo,
prelado y antinómico
en los hados.

Pero hablar del hado es exigir y mas 
cuando termina una oración. Ese fín
de la estrofa me preocupa
y toda preocupación es
una pregunta que deja de sugerir
buscando el agua.

Entonces pienso en pretextos,
como no en apellidos, y sugiero 
en las tenazas de mi dormitorio
una teoría que me muestre,
la mayor ejemplificación del vivir
en un monasterio.

Un monasterio a base de mayolicas.
Razonable e ideologo de ser posible.

Llenando mi pequeño infinito de
máquinas.

El pequeño erotismo de mi pensamiento
de ciclopes.

Asi...Comprobando el ciclo -ya no de la
fugacidad- llego al mío...

Y muere un dogma.




Guillermo Paredes Mattos





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