miércoles, 29 de enero de 2020
Febrilidad de a Pocos
Quizà el navìo sea como un dìa en las entrañas.
Un paraìso donde los àngeles olvidan en la aurora los
griales tejidos por la noche.
Tal vez ese navìo posea una manzana que no fue
tomada por Adàn. Una que se hizo terrestre y fiel a la
gravedad dejò como herencia a la tierra nada màs
que hordas de gusanos.
Probablemente el latido en el pecho nos pertenece
cuando es de alguien. Entonces el mìo ya no
me pertenece.
Quizà.
Es una palabra que lleva cierta angustia.
No exenta de una calmada desesperaciòn.
Febril como pocas.
Febricente digamos aunque ello en este contexto
es sòlo un recurso literario.
-a quèin voy a engañar-
Yo he vivido siglos engañàndome.
Me hice experto en ello.
Mi engaño creo su reino.
Tal reino trajo consigo una inùtil dinastìa.
Un conjunto de palabras que reinan
sobre nada.
Y ahora hay sòlo un navìo en las entrañas.
Uno que pronuncia lo inasible.
Se encuentra en el lenguaje.
E igual que el misterio es algo que puedo ver.
Pero no puedo habitar.
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