lunes, 6 de enero de 2020

El Latido Gemelo





Sal de la tierra imposible. Arranca tu corazòn
de ese mundo inefable. Que a tu lado
el idioma apagado en el silencio, lanze su grito.
Prepàrate para ese lenguaje.
Duerme bajo el sol hasta la llegada de una cigarra.
Muerde en su pubis la primera bocina.
El sètimo cnadelabro de la espuma.
Limita con el mar o el horizonte.
Al final es siempre lo ùnico que queda.

Mira lo inasible sin llegar a contemplarlo.
Ve en busca de las reencarnaciones incluso de
aquellas que memorizan en el oìdo las
profanas percusiones de la niebla.
Busca la rama de olivo en la cùpula de un huevo.
Sè abstracto a cada latido como la distancia.
En aquello llamado naturaleza nada se repite.
Que incluso el hechizo -si puede llamarse asì-
de una figura no sea semejante al que arrastra la
resaca.

Camina a los semàforos con un proceso de 
niebla en los ojos. Observa el crepusculo al morir.
Cada crepùsculo es una muerte distinta a diario en
tus ojos. Estrèchalo. Oprìmela. Sièntelo como sientes
el pulso del corazòn en tu pecho.

Y como ese otro pulso que golpea desde el
interior del pecho de un bùho.

Inevitable gemèlo buscando desesperadamente
-igual que aquel que te pertence-
fundirse con el tuyo.






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