martes, 13 de noviembre de 2018

Diario Estètico de un Devenir






Crecer una noche.
Despertar muy temprano en esa hora
que la brisa es frìa como una primavera de
hielo. Una primavera sirgada por
estepas. 

Estar sentado a la derecha de un halo.
Meditar desde èl en toda plusvalìa.

Llegar a una manzana igual que un rayo.
Vivir como la posibilidad en un estètico puerto.
Juntar a la proa invisibles la soledad de un 
destello.

Hablar entre xilografìas.
Incrustar pàjaros de aceite en las premoniciones.
Volver a las reencarnaciòn como lo
hacen las cebras.

Escribir siempre en singular y analìtico.

Disiparse continuamente en una mañana 
en la cual los hilos que recogen los nudos
de ese celeste hemisferio
desfiguran intemperies
hasta rozar imagenes con sombras
de carbones.

Oir el sonido que dejan las alas
de un dragòn en la escarcha
muy cerca de un motìn dorado.

Creer en las hipèrboles por ello.

En el universo lleno de adioses con un
unicornio en las sienes.

Y en la memoria algo reminiscente.

Un encuentro con esa mimesis
donde el mar està en nuestras manos.

Pero no te preocupes.

Sòlo es un poco de espuma de la ola
que se quedò en las superficies de la humeda arena.

Allì donde hace unos instantes ha pasado 
la resaca.





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