martes, 27 de noviembre de 2018
Transfiguracion
Durante el invierno hay manantiales.
Dios asciende a una raíz desde el centro de la tierra
acompañado del hambre. Sobre tal raíz
una amapola y en el pistilo el género
de un ave.
No sé si el universo es escencial por ello
pero lo parece. El día es coherente igual que
un solido humo que devora un astro.
Las calles recitan entre los velódromos mientras
desciende la brisa en sus lunares.
El viento porta un sufijo y transfigura.
Conos de leche toman las bocinas.
El mitón en una de las manos deja ver
un reloj que separa el tiempo, más no el espacio.
El candelabro lleva un corazón en su rostro
proviene de un mundo al cual
nos adherimos como una ventana se adhiere
al amanecer y a los cometas
-todas las dimensiones de la aurora se
encuentran en sus vidrios-
proviene de una imagen en la que
la inteligencia elige el barro para reencarnarse
y llegan a la experiencia más celeste los
navíos
desfigurados -eso sí- por una parábola.
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