miércoles, 14 de noviembre de 2018

La Palabra que Duerme






El reflejo de una palabra duerme.
Eso quiere decir que la página donde se encuentran
aún no es encontrada por
las heridas.

A veces el dolor es el único que las puede despertar.

-a veces-

Su reflejo duerme pero no es lo único que sucede 
al otro lado del mundo.
Allá donde se halla otra ala del universo.
Sí. Aquí se encuentra aquella que se agita. Que vibra
en los núcleos del sueño.
Que presagia pero no casi siempre como presagia
la magia.

Y cómo presagia?

Cúal de todas las alquimias en las poros de las manos
es la que elige para llegar a la noche.
Para desnudar caracolas.
Para precisar la sed donde llegan al andamiaje
los textos y lo sobrenatural. Las dinastías de cera.
El silencio con que alguna vez se incursionó en el lampo
y fueron frecuentados los vilos,
aquello que con paciencia denominase como eje
o exhalo o pétalo

de madera que en los abecedarios se sume
en gerundios y poéticas.
Pétalo que con frecuencia yerra en un
polinomio

noticia de vapor en una mañana
donde los duendes exploran una boca con
la inteligencia del velo

incrustado por gnosticos diluvios
en un crepúsculo de círculos.












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