jueves, 25 de mayo de 2017
La Extraña Palabra
El oceano puede nombrar su lenguaje, pero el dìa
es de plàstico, igual que una metàfora.
Igualmente las brùjulas sostienen otro punto cardinal
en un dibujo de amapolas. Uno polivalente.
Mistico o cardenal. Lleno de planicies y obispos.
Un dibujo que tensa sus arañas. Que igual que el verbo
a veces deja crecer en su espìritu un tejido.
Llenas de virreyes y plazas donde reinventase una vena
o un dato curioso de perversidad, pasea su
inteligencia una hormiga.
Yo la acaricio cada mañana en las calles
mientras recorro esta ciudad.
Intento rozarla cuando se introduce en el hormiguero.
-sè que ello conduce a la creaciòn de una extraña
palabra-
Guitarras celestes donde los perimetros calzan
acordeones.
Una botella posa su lustro en una alameda de cigarros.
Una botella une el carbòn de un tejado a otro, alli suelen los
jinetes esbozar nudos y perimetros.
Huelgas de vidrio entre revoluciones de espinas.
Arboles al final del renglòn que constituyen
un desastre amarillo. Enramadas en ellos donde algo llamado
poesìa anhelo. Pifanos de solitarios esquemas de lluvia
por la tarde. Llenas de escalas.
Completadas por elementos -quizà- de aluminio
o fosforescencias.
De helicopteros diferentes al frìo.
Donde las helices en lugar de una ceremonia tomaban
el camino de las nervaduras.
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