lunes, 22 de mayo de 2017
El Betùn en los Ojos de una Cigarra
No hay porque buscar el lenguaje en las corolas.
Ser puro o cinemàtico.
No hay porquè anhelar suburbios o planteles de lo que
fuere debajo de hojas o multiplicidades.
No hay que ser univoco o inmediato desde
la brisa que oprime disciplinas.
Disciplinas de lava segùn los cometas.
Segùn las linternas y los lunares microscopicos que
resuelven sus cosas debajo de las alcantarillas.
No es indispensable el sol con un barco, pero lo es.
La puerta donde los colores del carbòn detallan
la vida de una camisa. El olor del betùn en los ojos
de una cigarra. Lleno de opuestos y reciprocas
legañas.
Las constelaciones que suenan a veces
a margenes, donde la espuma revela un menguante y el
silencio es como una mandibula.
Los inicios de una astrologìa en la piel de un tigre
de bengala. Los inicios desde una intuicion donde la
intensidad encarna herramientas y cuantificadores
que arrancan diariamente a lo domèstico el
bronce.
No hay porquè recoger el pensamiento de las lineas
y aerosoles. Replicar a una libèlula o detenerse en el
marco de una tendencia donde se incuban asteriscos
y cachorros.
No hay porque poseer elefantes en las pupilas.
Ni observar los circulos de los neumaticos de vidrio
entre las caracolas, avanzando en el aire como si
se tratara de oceanos.
No hay que recorrer muros de leche que se recogen
sobre si mismos sobre los estuarios
creando una imagen de enigma entre determinadas
perspectivas.
Entre temporadas de higados.
Donde los pelìcanos
-ellos suponen que ya es hora de hacerlo-
empiezan a buscar sus pulmones en el aire.
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