jueves, 17 de mayo de 2018
Igual que Veleros
Ahora. Dentro de un arco de agua por donde
el destino buscarìa tu nombre.
Herviboro y puro como los primeros manantiales.
Esos que anunciaban colosos.
En cada reflejo cuya voluntad giraba a un espejismo
con la melodìa de una manada ebria. Compuesta de flechas
y dioses rojos.
En esa espera que forman nuestros mitos.
Es decir, esa distancia con las cosas cuando encuentras
su alma y tienes que crear un punto
desde la cual acariciarlas. Desde la cual sostenerlas.
En una vereda intranquila, inmaterial. Donde los
solidos sobreviven con un poco de lagrimas y alambres.
Cortando a diario algas o àrboles.
Reedificando brùjulas y sombras de peces mostrando
sus sinopsis.
Sus candelabros.
Aquì. En ese centro donde las cùpulas de las iglesias
aguardan con toda su esperanza la niebla.
Donde los origenes del mar se remontan a un recipiente.
Y donde tù y yo dormimos en el interior de ese
recipiente.
Igual que veleros.
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