sábado, 5 de mayo de 2018

Azul-Eter




Algunas palabras.
Algunas como el pàjaro que aùn duerme sobre la rama
y no emigrò con la bandada.
Semejante a los puertos y dragaminas.
A las brujulas en el craneo de una manzana.
A la poesìa colgada en el cuello de un perro.

Algunas.
Y casi siempre la percusiòn helicoidal.
Fosfoiridiscente y gutural.
Perteneciente al olfato de una curva o un edificio de madera
donde los cuchillos peinan cada noche
los àngulos. La vida de los relieves. 

La fonètica que quiso dios exhalara hiatos, silabas de arena
polìtica. Distribuida por el sol en los 
espejos de las ventanas. Todo casi una m etàfora.

Y seguramente el corazòn en medio de algunas de tales
palabras. El corazòn dando inicio a la vida.
Al espìritu de un angel que a diario descuelga su humero.
Que cotidianamente escupe o recibe un metro màs
de espuma. Un kilogramo màs de aurora.
Un par de medias o un voceo por 
el cual alguno de nosotros

-llamese mecha o leviatan-

separa el azul del eter.












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