martes, 13 de noviembre de 2012

La Superstición del Frenesí






La certidumbre posa ensortijada en una trama.
Las clepsidras suben al arco entre supersticiónes.
Ese muelle decide por arrecifes y huracanes.
Cada oración expresa su lugar ahora.
Termina con una gravedad expresiva.
Acaba consigo misma anhelando el poema.
Los soplos son direccionales, alguno se
convertirá en ilusión, otro, alquilará un diafragma.
Mi amor por el frío es humedad sistemática.
Un lampo frontal e inerme. Un horario.
El corto del agua ante un cine.
El periodico azul de la noche.
Los arrobos crecieron como asteroides
allí. Se hicieron volcanes.
Esta distancia debería confesarme todo
sobre aquel equilibrio.
Pero se ama el suspenso que encontramos
bajo el rocío, jamás el que ansiamos.
Por ello, nunca los ví.




Guillermo Paredes Mattos

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