martes, 20 de noviembre de 2012
El Valle de Escamas
Del albedrío al reloj conocemos
estocadas de
auxilio.
Fragatas en seco unen escépticos y cirujanos,
la tierra con fósiles de aliento
bajo una tradición de perdigones,
la torre del hierro
en la lluvia,
ese exhalo del crimen en una costa
sin sol ni peritajes.
Del reloj a todo tráfico juntamos
ángulos de arena,
teatros de saliva y plagas envasan el
remordimiento,
escolasticos barrios
evidencian
paisajes de estacas
donde las entrañas involucran
el fuelle de aquellas
retinas
con personalidades marítimas
de elástico.
Todo hasta que uno de sus átomos
desciende o se aproxima
como una bocina
o el lenguaje de una
polea.
Soñando sedientos o extraordinarios
titanes.
Guillermo Paredes Mattos
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