sábado, 3 de noviembre de 2012

El Derecho del Augurio





Sì, afirmo mi calle porque allì organizarè un escenario.

Llegarà de los bosques, crearà una Alicia en sus labios,
poseerà la imaginaciòn para no ser concreto. Invàlido
como terrenos de escarnio, organizo y fermento un deseo,
una cualidad de vagones para un fìsico, un dìa sin
elementos para dormir en mareas, donde muecines
y tropos son el momento semejante. Y semejante el
universo del casino, al naipe elemental de tus labios,
tras ellos corre la desesperaciòn embriagada de realidad
y poses, de cuadernos con amaneramientos celestes.

Aquellos compuestos por la verdad. Y compruebo,
elipticamente esa inspiraciòn, sin tejidos ni agua,
esa llegada al lìmite de la iniciaciòn, cuando 
llegamos a puntos donde los dioses ni el lenguaje
pueden seguirnos.

Pero todavìa no tienes el derecho a la niebla, ni esa pornografìa.
El ùnico que posees trata de destruir todas las paredes que 
restan.


Guillermo Paredes mattos



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