No sabemos que decirle al nombre cuando se aleja.
Nunca buscàmos esa conciencia donde el aire vuelve
a la vida convertido en mañana, ciencia del azul,
piastra de verde conmemorando un muerto, una hoja
donde la vida intentò conmovernos igual al verbo.
No conocemos el extasis que caerà con un copo
o la primera miseria llegando de otros ojos,
semejante a un lamento sin besos, recorriendo
las agujas del reloj en sentido contrario,
mostràndonos asi lo terrible de un dìa
el canto màs maligno del ayer sobre las manos
aquel ante el cual vacilamos, aquel inerranable
y por ende màs facil de agonizar en las ojeras.
Somos dos veces la opciòn del màstil
sobre los estuarios, una cabaña de arena
en nuestras bocas aùn gira ante el desprecio
y caminamos por ese sendero sin aguardar
una estela, sòlo caminamos, sòlo vibramos
apenas cerramos nuestra visiòn, hasta
enterrarla en el barro. Como un calibre
de arenas hundiendo las orillas, el vacìo
del temor, los precipicios del salmo.
Nunca comprendemos, nuestro interpretar
està sobre el ruido buscando una fonètica
que devuelva un hilo de futuros, un presente
dominado por campos de sonidos, construyendo
una rama de libros desconocidos.
Donde el universo es un manantial
y no la sed de la arena.
Guillermo isaac paredes mattos
miércoles, 15 de junio de 2011
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