Algùn fenòmeno, siempre intelectual.
Una emotiva herencia del tèmpano.
La materia con la cual edificamos una estalactita.
Lo evanescente como un asteroide.
La referencia a la gresca y esa puntualidad
de una casta al aplastar los clanes.
El sesgo del apogeo cuando miente al corazòn
y un presentimiento radica funebre
como una corazonada junto al sequito
del diàlogo.
El idilico diafragma.
Los vacìos pulmones del desierto.
Un palco donde nuestros hàbitos atraviesan
las ramplas y otros pares de carnosidad.
Las nubes del ejercicio mortal.
El velo del pròlogo errante como mi burocracia.
El compromiso de mi subjetividad
-en absoluto esquizofrenica-
con pàjaros que elaboran un siglo
un enconado cemento de papel
una cursilerìa en èpocas doradas llenas de
liturgìa, iguales a una sacristìa sin tendencias
y armas de revelaciòn con turbas profeticas.
Un neoplasico ultraje.
Un proverbio de laminas.
Ese tan ajeno expediente.
Expediente oral donde todos mis respiros
son antropomòrficos.
Segados sòlo por un devenir
lleno de druidas.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
sábado, 11 de junio de 2011
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