Apolo juega con el mar. Un mar transparente.
En su interior -al parecer- el papel de otro
vasallaje es exacto.
Exacto como un pulso de las cosas verdaderas y furiosas,
de sus cultos extravagantes, semejante
a un existencialismo de pocas alternativas entre
las polillas.
Apolo miente, miente demencialmente
para que la conciencia no pueda alcanzarlo
y la razòn -sòlo asi- lleve turbantes de
aquello que el viento llama locura...
Y yo tuve la curvatura de ese pànico.
El trance de sus tantos laberintos sin ninguna realidad,
el sigilo o el ladrido reproduciendose.
Me vi tambièn fuera del làpiz, mentalmente en
un cuchillo y su sonido,
el ùnico que escenifico bajo este techo.
Apolo sueña, es dificil creerlo, pero donde
renace se dan cita sòlo pedregales
volcanes poderosos de rojos talismanes
cubriendo la mùsica de escarlatas pandilleros
y melodìas como el rehen o la nada.
Un rehen policial
un lèxico antigio que en su miseria
contemple la duplicidad de los astros.
Esa duplicidad que asalto sus vortices.
Aquella a la que nunca le fue devuelta
la mirada o su conciencia.
Guillermo isaac paredes mattos
sábado, 25 de junio de 2011
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