martes, 24 de mayo de 2011

La Orilla Indòmita

Un oceano descabellado, sin origenes.
Sentado al lado de un rayo, cegado por la noche
por el dìa de los pàjaros. Prelado de furores
flautista de violencia.

Y hablo de èl con principios de àtomos
como una marcha de seres continuos
prestidigitadores de citas entre àrboles y resinas.

Tan culto como el amor cuando abandona para
encontrarse en dos seres, buscando el universo.

Desenterràndolo.

Crecì navegando en ese espìritu
para desvanecerme en otros.

Fuì entonado por bocanadas de motines
izando epiteleos.


Como la sìntesis quizè pesar todo
en la aristocracia de un tallo.

Pero no conocìa el idioma.


Aùn despuès de tantos siglos lo acaricio
mientras la justicia busca òrdenes.

Plazas de miseria para mi soledad.

Patios como la feromona corriendo
hacia el polen.

Y asi los vertederos, vuelven a desdecirme.

Porque -vuelvo a cerrar mis ojos- para evocarlo.

No conozco el lenguaje.


Sòlo siento un pièlago.
Sòlo percibì su verbo Un verbo que rociado
de barcos se hizo incomparable.

Y nada mas puedo decir que es
incomparable.


Cuando en lo profundo
de su espìritu es indòmito.






Guillermo Isaac paredes mattos.

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