Hoy estoy en el jardín.
Hay menciones al ave que se convirtió en arpa.
Hay referencias a un universo donde los paralelos indican
que el agua proviene del lenguaje allende a una
serpiente y que el viento
es la extensión sagrada de algo que lleva la apariencia de un
polinomio.
La hierba es verde.
Los aves que cayeron de los nidos se convirtieron en huesos
o xilografías.
El hombre que observaba aquello llegó a más de una conclusión.
Pero no hubieron estatuas ni pirámides que lo
atestiguaran.
Volvimos a ser concebidos con ese poco de utopía
que hay en todo nihilismo después de la aurora.
Luego de una cabeza de tigre.
Hoy me encuentro en el jardín.
Resulta que el jabalí descubrió la filosofía un poco tarde.
Resulta que los gnósticos no pueden abrir sus alas
y esa imagen es exagerada como un
destello que proviene del azúcar o una sílaba arrojada por una
carta de limón en la espuma.
Territorio -claro está- de margenes y veleros.
De virreyes invisibles.
Naufragando en sus propios reflejos.
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