sábado, 8 de agosto de 2020

Cuántica de Plastilina

 




Esta es la memoria.

No es un plástico que oprime un borrador

ni el naipe que cita a un dios que habla de si mismo

como un reflejo celeste o un ignorado alfabeto.

Eso se llama narcicismo.

También posee ya tecnicismos más modernos.

Al final todo es intelectual como un pedazo de oso.

O un luminoso veneno.


No es la afirmación 

con la dialéctica de una pantera que elige

el relieve de una flauta.


No es el remanso al final de una herida donde se oye 

un gemido que emana de la hierba.

O las superficies donde el enigma es un rayo.

Una barbarie que humedece por la noche latitudes y anclas.

O prototipos de sienes en una burbuja.


Prosas de ladinos estandartes donde

un génesis elabora sobre cuánticas de plastilina

la teoría de una manzana.


Crónica de un horóscopo que en uno de sus minaretes

detiene el flujo de los maleficios.

Algo como la raíz en el aire desfigurada por un corazón

amarillo.

O ese imán que proviene de los suburbios con un puente

de escarcha en sus labios. 

Desfigurado por la fiebre de la realidad

o ese torpor que ahoga el espejismo de todo solido en

la distancia.


Más no en su cercania.

De esa tarea se encargan las venas.


Guiadas por fieles oráculos de sangre que

desconocemos.










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