lunes, 11 de noviembre de 2019
La Soledad del Verbo
Aguarda en el interior de una palabra. No herido por
los hechos. Abdominal como toda inocencia. Raído por
uno de los bordes donde nace un equilátero o el celeste
latido de un poliedro.
Las cebras?
Se alimentan de astrologías en esta aurora; aurora
de margenes. De horizontes opuestos.
La sensibilidad es en este momento un presagio.
El amor concede a la niebla el deseo.
El secreto de la luz al final es develado. A su alrededor
tienen que agitarse las sombras.
Barcos y números de agua al superficie de una piel
donde yerran los arquetipos.
Pétalos de urnas que vuelven al trigo luego
de reconocer un verano en las sirtes.
En el lenguaje que elige las esporas.
En la salud dionisiaca del verbo los naufragios se enlazan
entre misteriosos precipicios.
En uno de ellos el insomnio pertenece a la magia.
Circos de arena en el reloj donde roza la fantasía
un húmero de polen.
Un onomástico de arroz es sorprendido en el viento.
El lecho donde se irisa el devenir posee
collares semejantes a un velo en ese segundo donde
la intuición recoge sus preludios.
A través de ellos
El corazón que habita en cada ser sobre la tierra
encuentra el camino a las hojas
Y a la soledad del verbo.
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