jueves, 30 de mayo de 2019

Las Raìces del Mar




No hay necesidad de un poema.
Ni de otro.

En el corazón del mismo hay una tarde
compuesta de antílopes.
Sagrada.
Un reloj de arena que no es una clepsidra.
Una constitución llena de morgues.

No la hay.
Sin embargo desde las raíces del mar
suponemos un equinoccio que en
primer instante es una
figura.

Y después, un lirismo
contrito y con muchas duras penas.
Lleno de druidas y parapentes 
de ciudades
en estado de insomnio donde
cabe sólo una hoja.
Un alambre.
Una silencio que se estrella contra 
los hombres
al llegar al sonido.

¡Vaya colisión!...vaya manera de alimentarnos
de la arena cuando los profetas elevan
sus tallos entre sintéticos 
acontecimientos.
Como el de un acento por ejemplo.

No hay necesidad.
Sin embargo estas palabras creen lo 
contrario.

Estas palabras que nadie pidió.
Que se empecinan a diario en intenciones
como las de narrar crónicas.
Que son obstinadas en relación a citar
abecedarios. Pergaminos
o heridas que conceden 
futuro el botín de un peine.

Y nosotros que vivimos sin tanto adrede.
Nosotros que descartamos
y sospechamos de cada ventana al llegar
el alba

volvemos a ese punto donde no la vida
y su existencia dicen
que no hay necesidad de un poema.

Y por ello.

-sin mucho colesterol ni hemoglobina-

Rodeados de grises autopistas, sin nada 
que hacer

lo escribimos.









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