sábado, 25 de mayo de 2019

Esplendor de la Ruina






He caminado por una calle.
He caminado por esa calle pero no en la realidad.
Fue en sueños.

Fue un sueño sin aniversarios ni teatros.
Uno en el que dos cebras llegan a una sala y luego
de sentarse en una mesa encuentran sobre
la misma dos platos. En los mismos se
ha servido carne de pez blanco.

Se alimentan del mismo.

He caminado por una calle.
Un ser apareció y como no podía ser de otra
manera la existencia fue dotada de 
pájaros.

Miraba el rostro de ese ser.
Un rostro que conocía no de esta sino de otra
vida. Eso por supuesto es trillado.

Obsevaba tal ser porque no importaban los
diccionarios ni el uso de las palabras.
Hay un lenguaje en el silencio que
está más allá de todas las
cosas.

He caminado con ella. Ella pensaba en la miseria.
Yo meditaba en el hambre.

Los murciélagos eran occidentales pero no puros.
Se alojaban en las encías.

Justo en aquellas que habían sido abandonadas 
por los dientes.

Y ese.

Ese fue todo el esplendor de la ruina.





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