Se tiene un poema como se tiene
un sentido.
La noche de figura roja en
mis serpentinas, su nociòn maltrecha
de contenidos desconocidos
buscando la experiencia.
Asi como el rìo rojo de los forajidos,
barcazas de agua eligen un cometa
su trasfondo rabioso de granito,
los espigònes fantàsticos donde la aguja
enseña su otro color a la sangre.
Naves de memoria. Sè de consagraciones
donde lo sedicioso vuelve al trajìn
de los muelles
en una màquina
en una corte de fàbricas
entre auroras de chimeneas
con su extravismo inmediato,
tembloroso.
Y se tiene un poema de la misma forma
en que la tarde sòlo logra soñar
la noche
en ese instintivo momento
en que los crepuscùlos
logran unirla a ella.
Y ese segundo existe
para que toda la existencia
en la sensibilidad
pueda destruirse a si misma.
Guillermo Paredes Mattos
lunes, 2 de enero de 2012
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