Nunca fuímos identificados.
Eso secedió al margen de nuestra voluntad y
en una noche de rocío,
en que el hemisferio era agreste
como una parte moderna,
de sentimientos y hojas que nunca se involucran.
Estaba el presente a nuestro lado,
en nuestras manos era un futuro de
previsibles ciudades
de malabares dormidos en cada acto de arena
y la arena sin el mar simboliza nada.
Sucede como todo viceversa
de un acto coloquial en las playas
en dormitorios de estuarios
y lenguajes de medanos,
tribunales y conjunciones de albuferas
donde un parpado cae elegido
entre mediodias de muelles
y meridianas albuferas de osos
de árboles defendidos por aguilas
y musicas de torbellinos hemisfericos
inmolando en la pasión una ilusion secreta
entre el mar y la memoria.
Nunca fuimos manifestaciones.
Escribimos de fenómenos con luces de espanto,
nos inclinamos al horror con religiones de sueño
vimos al viento latir
igual que una bala cuando cruza el cielo.
Y al final escribimos de santos.
Todos eran virgenes con equipajes de sepulcros
y demonios.
Repetían entre clerigos que un vicio de pétalos
era el unico lugar de nuestra
espera.
Guillermo Isaac paredes mattos
miércoles, 18 de enero de 2012
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