Entonces el verbo define lo atroz
Intentos apolineos de mascaras rojas
cuando el brillo entretiene a las hojas
con pretensiones de bosques marinos
o metabolismos de savia.
Pero esa decisiòn llega de una nave
tan naufraga como cualquier movimiento
y el movimiento es un ser que camina a la deriva
sin encontrar jamàs un espacio.
Pero esta noche hablo con las cosas.
Ese es un mundo, una creaciòn donde
las ciudades mostraban su enfermedad
èsta era de òpalo,
donde se extinguìan los pàjaros.
Asumamoslo crisoles
en las murallas no hay lugar para nosotros
sòlo hay dientes y mamiferos de agua.
Fuì un sepulcro que tuvo iridiscencias en los angeles del alba
y todo angel tuvo una caida,
me pregunto cuando se darà la nuestra.
Maleficios de agua me acompañan
me guìan estertores de amor semejantes al ideal
de un solsticio,
ignorado por cetrinos estrògenos
aquellos que caen junto a estulticias
donde calendarios de un parpado
borran la espuma
como si tratàrase de una orilla
en la mente.
Esa orilla tan idolatra al recibir a las olas
en cada ola hay una pasiòn pagàna
el destino camina con ella inventando mitos
para salvar a los hombres,
el detalle es que la pasiòn creò su propio universo.
Yo hablo mucho de detalles, ya lo sè.
Por ello estoy aqui
sin ningun sentido para oir a las cosas,
memorial como cualquier sortilegio,
no tan eterno, semejante a una vida
que busca trapecios
para confesar un hambre,
lo màs terrible es que llega del verbo.
Quisiera vivir como yo, quisiera responder como ellos
pero soy un suicida en forma de nieve
sin ninguna escencia que pueda sostenerme,
construì mis pèndulos
tan propios sobre esta distancia
que ironica
presenta destello de un niño
cruxificado sin amor por la belleza.
Oh, verbo, estamos a la par, caminamos desnudos,
como tù, sòlo vivo entre auroras y amaneceres,
entre ellos hay un pajaro que es esgrima en su vuelo,
sòlo quisiera una herida de su espada.
Y mientras los puñales adiestran
particulas de itinerarios semejantes al mercurio
escribo iridiscente con el instinto
inscripciones en el sexo de la piedra.
Ya no me importa desdecir lo que he vivido,
finalmente ese es el destino
de alquien que ama los funerales
que insultan lo remoto
y cada noche entre relampagos
dejan que algo lo
llame sensibilidad.
Tacto del sonido en las
mafias de mi desencanto.
Guillermo Paredes Mattos
viernes, 30 de diciembre de 2011
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leerlo me ha producido escalofrios, pero me gusta
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