Sabemos que el infinito fué diseñado
por un fondo de noches atléticas
y civilizaciones olímpicas.
Estámos seguros que algún amanecer no
habrán traversas para acompañarnos
y seremos inundados por
clarinádas de agua...Todas sedientas.
Escribíremos de poesía y profecía
porque fonéticamente el sonido
que abandonan a nuestra interpretación
siempre será incomprensible.
Con la elasticidad que deja el carbón
en la nieve, compararémos furgonetas
a su lado, incriminando fuselajes
derribando corceles,
equinos donde el acido giraba al terraplen
con un sanguinario preludios
de escamas.
Hablaremos de dunas
porque la sospecha viaja más lejos
que una mirada y es más real cuando
las sombras abandónan finalmente un capítulo.
Yo conozco esa fidelidad.
Yo conozco el fín de esas piedras.
Sólo mi destino puede morir por
ellas.
Guillermo Isaac paredes mattos
viernes, 20 de enero de 2012
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