Pétalo con estrúctura de fín.
Vuelves a despertar sin una rosa.
Pero miras en ella la ciencia
que recoge idolatrías
conceptuadas por tropeles de espacios.
Astrolábico derecho al vaticinio
A sentencias de jardín resonándo hoy en la boca
como la manada de un cuarto deforme
penetrando despliegues y flancos.
Pero aquel cuarto es página de movimientos
y alguien eleva las coronas
de una carta extasiada por un nombre,
el que no es eternidad
pero descansa sobre eglogas de palacios.
En ellas los ojos son ardientes mientras
son arrastrádos.
Tengo en cuenta que ese arrastrar es
menguante.
Y tengo miedo que su instinto regrese
cultural a los truenos.
A la carta agonizante de los episodios.
A la trascendencia vacilante de mi patio
y su daguerrotipo.
Y ello como una poética divinidad de la furia.
Como profético hallazgo de una rosa.
Sabiendo para caminar, que es astral
y su borealidad jamás debe tocarse.
Guillermo Isaac paredes mattos
viernes, 22 de julio de 2011
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