lunes, 6 de noviembre de 2017

Las Ruinas Diferentes





Hoy no tengo eso que llaman un sentido.
-quizà ello mismo lo sea-
Aquello que denominan periodicos de ozono o helio para leer.
No poseo caminatas en el iridio que sean interminables.
Caminatas con pelicanos verdes durmiendo 
en laminas de petroleo.

Mirè protocolos que accedìan a los objetos
con una ruina diferente en sus alas.
Lleguè al ente de manera particular con una
mañana de alcohol o una daga.

He visto pàjaros disecarse entre filarmònicas e
ideologìas de cebollas. Tambièn los he visto
transfigurando. Devorando manzanas de aluminio
siempre.

Participe del viento que traìa en secreto coherencias.
Que iluminaba bocinas o planos de estibadores.
Superficies de escamas que ascienden
por un dibujo o decoran algas incrustadas en
el pubis de todo hemisferio.

Yo pienso que los vientos son reales cuando sus
sus orgìas se convierten en mandìbulas
y lejos en las cùpulas de cualquier otoño la idea
del brillo es un sacerdote que escupe entre
las sombras, arañas.

Mi existencia data de los veranos en los tallos
buscando una silaba o 
circulos de escalofrìos creados por los acantilados
dotados de iras doradas.

No he vigilado semàforos ni los alimentè
con astillas en auroras de disciplinas y privilegios
como las que conduce un acorde.

O aquello sobrenatural que separa un recorrido 
de la noche.

Antes de llegar a una orilla.

Y fundirse con el secreto mercurio de las olas.
















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