miércoles, 29 de noviembre de 2017

La Estela Frente al Corazòn





Cualquiera llega a una letra. La misma anida 
otra para ser llamada silaba. La sìlaba hace lo mismo.
Entonces empieza a moverse entre sus propios universos.
Los hemisferios frente a ellas ahora
conjuran palabras.

Toda palabra es un dios solitario.

Un viento azul de estadisticas reciprocas.

Un lobo sin manada.

Extraño origen en ello. Como el de cierta revoluciòn 
que se extingue en nuestras manos con una textura de nihilismo.

Como un dirigible de carbòn que ha visto las orbitas de
los cometas. 

Igual a una astronomìa que toma sòlo las corolas
de los pàjaros. El humo de las ciruelas a lo lejos. Granizando.
Siempre granizando. Oliendo el polen que en esta
primavera evolucionò hacia el trigo.

Fechas de algodòn en un edificio que recorre cicatrices.
Historias de plasma en una citara con ineditos bozales
en los suburbios.

Revistas que hoy reclaman siluetas de liendres
en una alambrada. Una alambrada donde los peces llevan
insòlitos tejidos de jabòn.
Idolos de pubis.

Enigmas de hierba en las pupilas con inciertos abecedarios.
Caminatas hacia una ojera de la tarde donde
el poniente coloca en nuestro corazòn una estela sin
decirnos el lugar en donde el camino de esa estela
empieza.

Y nosotros sobre la sombra de un àrbol la ignoramos.

Como si no hubiera sido suficiente el vivir toda nuestra existencia
alejados de ella.













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