Al despertar el primer conocimiento
es del aura.
Del trance o una maniatica dianoìa
en las pupilas.
Despertamos y todo es desesperadamente
sagrado.
El cefiro ha arrancado la humedad del
follaje.
Esa humedad que anhelaba el sesgo del
corazòn, el ga`lpòn del cisne.
Nada està cubieerto por mi alma ahora.
Las cosas estàn desnudas como si arribaran
a mis manos.
Los hombres recogen sus legañas
ahora.
El hambre abàndona el solsticio de su estòmago
creando un perihelio. Un venus de silo.
Una creaciòn de entes sobre mis hombros
son los mismos que he inspirado,
màs no para siempre.
Ese llamado es desconocido.
La fiebre que los inspira es algo ardiente.
No el luminoso canto
de una paràdoja.
Guillermo Isaac paredes mattos
Guillermo Isaac Paredes Mattos
viernes, 9 de septiembre de 2011
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