La existencia de una flor. La ví pasar
iluminada por el aire.
La ví tomar um juguete de barro. Creíamosla
equilibrada como el sol
del elemento.
Mas. En su corazón las calles se desnudaban
nocivas.
Dormía sobre espinas.
Marcho a lo funebre llena de espirales.
Sólo asi se unió al amor
y la acompañaba una espada.
De sus lídes decíamos
que el verso no era profundo
que su mundo nos borraba porque
estaba llena de minerales
y los minerales no surcan apariencias.
Empero. Bajo esas lides inspiramos el
halo de un poeta,
el dirigible y el confín,
los abecedarios, los siniestros idiomas.
La sílaba durmiendo entre los ríos.
Soñando eternamente entre la corriente
y sus movimientos.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
miércoles, 7 de septiembre de 2011
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