He caminado sobre la belleza, con una flor
de curiosidad, con la música
de algún agreste día
irracional y puro
como el barro.
He dejado de creer en la inocencia
desde la inocencia.
Juré a la creación que sus palabras
no se originaban en medio
del verbo, me impresioné de sus cábalas
y alustes de cuentas
con la memoria.
Fragatas de olvido y horarios de polen
forjában mis límites
y en ese silencio
recononcí errantes inteligencias
reciclando a los dioses
a una punta de nilo
desvaneciendose entre mecanofrafías
de extraños cronográmas.
Y En esa sensibilidad de cadaver
interpreté mi lengua
donde la vida
era una oración que el veneno
ensortijaba
en la arena.
Sólo paraque la muerte cuente mis
días de forastero.
Y el exhalo los de la belleza.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
miércoles, 7 de septiembre de 2011
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