miércoles, 5 de febrero de 2020
Nuestras Venas
El viento no era un lugar seguro para la brisa.
Por eso se desprendiò del mismo.
Golpea desde entonces en nuestros rostros.
Golpea como un roce.
Un roce que busca unirse al espacio de
la mirada.
-es un roce suave-
Como esa caricia que evocamos del amor cuando
no estaba unido a alguien.
En el principio.
Durante su llegada a cada vida, tiempo en el cual
las cosas aparecen en nuestra alma alejadas
de las otras.
Y el amor semeja una linea que esperaba
una palabra.
Un canto que anhelaba una flauta para
encontrar su melodìa.
Un metabolismo semejante al vacìo y los
eclipses.
Un dìa de rasgos.
De leyes al final del crepùsculo donde la noche
empieza.
Y es semejante a un rayo entre nosotros.
Uno que nos separa.
El viento no era un lugar seguro para la brisa.
Pero en las calles hay materiales
sordidos y luminosos que atraviesan el corazòn.
Birremes que se arrastran como barajas
entre la magia o la silueta
de un velo.
Son ceremonias donde el brillo
se confiesa pero lo hace ante el destello.
Y lo secreto cuenta su enigma
pero a lo màs profundo de la aurora.
Lugar donde los màstiles yerran
incandescentes.
Entre insaciables bandadas de algo que no
podemos determinar.
Algo que sòlo puede correr en nuestras venas.
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