miércoles, 5 de febrero de 2020
Las Señales que deja un Jaguar
El lenguaje nos encontrò una mañana.
Tenìa ìdolos de barro.
No lo sabìamos entonces pero tales ìdolos
eran adorados por espìritus.
A veces por demonios.
De cualquier manera nunca dejò de ser
una extraña escena.
Todo un espectàculo.
El mar es septentrional pero no roza una hoja.
La experiencia es un hilo que se
sumerge en un enjambre donde la realidad
desaparece. Prontuarida y sutil
como los elementos.
Como las señales que deja un jaguar en la arena.
Un jaguar beodo. Peritoneal.
Deduciendo siempre entre limones de hierro.
El lenguaje nos encontrò una mañana.
Tenìamos en nuestra boca las palabras que iban
a ser pronunciadas ese dìa.
Habìa en la metàfora un ansioso vilo con
el que mordìamos violines o
ascendimos a las estelas.
Oh adolescente animal que llegas
de la apariencia con un mitòn en tus sienes.
El pàjaro que naufraga en tu silencio
es aùn de menta porque ese silencio existe
como un daguerrotipo
donde ocultan los brazaletes
el rostro amarillo de
una araña.
Y los flancos de eter incrustados como
oràculos en sus talones.
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