jueves, 11 de julio de 2019
El Interior de una Linterna
Hay siempre una columna.
Un mortero con grises estrenos
sobre la existencia.
Una franja alrededor de un peciolo.
La cervical del pètalo tomada
de noche por una sombra.
El interior de una linterna donde
toda oscuridad fue un tèrmino
que no llegò a recular entre el brillo.
Y se hizo esotèrico.
Una esquina donde los corceles
se arrancan las herraduras de
las patas.
Un mundo soterrado e invicto en
alguna teorìa de cobre
dotada en la madrugada por
imàgenes que provienen
de las analogìas.
En un punto de nieve que sòlo
el amor devuelve a la piel
como un jardìn de embudos.
De iris neoplàsicos.
Entre centros de aire reclinados
en una boca las elipses amagan
hacia un infinito de piedra
y se vocea en el viento de manera
logìstica que una bandada
està llena de adioses
para aquellos que
juntan en la arena sus quimeras.
Esas revelaciones que mutan
entre la gravedad que separa las
manos de un oìdo.
En un espacio muy pequeño
para la caligrafìa.
Incluso para aquella que es
escrita por dragones.
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