sábado, 23 de diciembre de 2017
Sòlo por los Pàjaros
El viento apodictico.
Por momentos sudamericano.
Desertando en cada efigie.
En cada lunar.
En toda brùjula llenando de crestas la tierra.
En cada intuiciòn.
En todo minarete que la espuma coloca
sobre los plasticos del mundo
justo donde el nacimiento de una mandibula
pertenece a una horda o
una planicie.
A un eslabòn donde las ballenas
recogen una multa.
Un tramite crediticio.
Una cola de ambar con cicatrices de hierba.
El viento metàlico.
Inspirador de inmensas bacilicas.
Conjuntamente en las bandadas con especies
de materiales azules que no siempre
llegan de la brisa.
Que riela intensamente.
Asistiendo a esas monedas que se apoderan
de las cruces.
Limitando al sur con granjas y multitudes.
Con escencias de nucas y
poliedros
que ejercen sobre la niebla
infinitos recogimientos de astral esoterismo
donde las nutrias regulan el
paso de la lluvia y
las alturas.
Los asteriscos.
Los triàngulos.
Los vortices que naufragan
entre indices de polen.
El viento que incrustanse
en cada relaciòn de la arena con una boya.
En cada flor automàtico.
En un individuo que se peina debajo de
una anatema
con un pedazo de cera programada
para escoltar una ilusiòn de cera.
O un hilo de carbòn.
Con si talòn de madera que crece
entre las bocinas
igual que un insomnio de luz.
En el cual el brillo es devorado
por los pàjaros.
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