viernes, 22 de diciembre de 2017
Radiaciòn Cartesiana
En el tacto amarillo de las sienes cuando los buques
emigran a lo lejos entre los sonidos de una
lampara marina. En las axilas doradas de esas
lamparas.
En la hoguera donde un cuchillo es iluminado
por la nieve.
En las estrellas cuyo ùnico destino es llegar
a una supernova. Eso es inevitable.
A una constelaciòn de aceite en algùn hemisferio.
Las hay.
Cuando los inedito rasga un centro de piel
en la arena. Un centro donde los contornos escarban
por la noche sus propias mitologìas.
En las rafagas que despeinan la aurora con
un trazo de vidrio. De iones religiosos.
De santuarios semejantes a los que encierra un
espejo debajo de sus hojas.
En el destello que asciende amarillo por la ventana
anunciando el ocaso. No sè si la vida de los dioses en ello.
Hay tanto de tragico y mortal en los crepùsculos.
Pocas iguanas pueden separar la vida de esos dioses
de lo divino allì.
Y todo dios es tragico y mortal.
Lleno de inspiraciòn, Euclidiano.
Cartesiano segùn la radiaciòn de un pan en
la mesa.
De un ser sediento y radiante en el alba
arrancando industrias de platino a lo luminoso.
A los filos de los rangos.
A esa estetica que toca el papel simplemente porque
es el ùnico lugar
el ilimitado lugar
donde se convertirà en metafìsica.
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