martes, 12 de diciembre de 2017
Astronomìa
Creo haber seguido al viento durante edades de fiebre.
Durante ese apogeo que perteneciò a los mentones con
una manzana amarilla. De esa manzana emanaban
pàginas y pliegues.
Creo que en ese tiempo las ciudades estàban llenas
de pintas y leones.
No hay un leòn que no haya llevado un cuchillo en su boca.
No hay uno que haya tocado millones de veces
una misma puerta.
No existe uno solo que imite el desamparo o la intemperie
mientras las palabras cruzan tales ciudades con ellos
e intentan edificar con su lenguaje algo sobre lo
determinado como vida.
-tiene que ser sobre la vida màs que la existencia-
Es lo ùnico que hacen las palabras cuando descienden
de un leòn.
Tales palabras tarde o temprano regresan a sus
alfabetos con una moneda en sus labios.
Nadie conoce el sentido de esa moneda en la boca.
Algunas veces tomè la luz de una sombra lo cual es
siempre un error. Por alguna razòn la luz se encuentra
varada entre las sombras. Por alguna razòn
alguna vez en nuestras vidas podemos mirarla.
Nada màs.
Creo haber seguido a la espuma.
A la conclusiòn que no siempre llega de la lògica,
tambièn lo hace de la sangre.
Del caos agitandose en una lechuza que corta un mundo de
limones.
En una regiòn donde las astronomìas desfiguran los
horizontes.
Màs no los astros -que casi tocando la locura- se dan
cita entre ellas.
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