martes, 5 de diciembre de 2017
La Bicicleta Dorada
La luna va dejando su estela en el hemisferio.
Sobre los ojos de un racimo hay una manada que
canta. Un pedazo de espuma con el que los seres
inventaron alguna vez sus bocinas. Los hologramas
que habitaron sus reminiscencias.
En un anillo hay una bicicleta dorada que
pertenece al fuego.
La intensidad sueña en los labios con un dirigible
que muerde los astros.
Diarios de sed en un poema se humedecen en
el barro justo en el punto donde crece una mandibula.
Las silabas llegan al recogimiento con un
enhiesto panorama sobre aquello que define lo
inaudito.
Pero. Què es lo inaudito.
Què cosa une lo maravilloso para tocar lo irreconocible
y devolverlo a una orilla de agujas.
A un alfabeto de reflejos.
La luna y su estela.
Subsidiando sombras.
Enquistando en las sienes escalofrìos.
Serpentinas que se descomponen hasta transformarse
en cometas.
Barcos que encallan entre rastrillajes
entre los relàmpagos
donde basicamente se busca llegar a la luz de un
polinomio.
De uno que solitario cuenta la historia del clima.
Del aceite en las primaveras del caos.
Donde dios llega por la noche a una idea.
Rodeada de jardines de brea.
De pètalos donde se desvanecen insòlitos
neologismos.
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