lunes, 18 de marzo de 2013

Vesperal Barranco










He descrito lanzas.
Conservado sesgos descoloridos
de farol cuando se admira.

Las caracterìsticas del olèaje
siguen sièndome ajenas
como un delta
o un circuito de
violentos ditirambos
donde un archipièlago
descubre un artròpodo.

Estructure el latrocinio
unido por la espuma y me atrevì 
a tocar una calle antigua, muy antigua
de nombres italianos
como sus acantilados
donde esos nombres se despedìan
para que conociera la nostalgia.

Pero la nostalgia para mì es una
vaga iluminaciòn.

Un concepto guìado por vertebras.


Parsimonias de catalejos
en franca decadencia
en lo visible.

La màxima apariciòn
de funebres suministros
adaptandose
a una meditaciòn
muy clasicista bajo la brea,
entre cantaros sin monumentos
pero llenos de obeliscos; bibliografìas
de flores cotiledoneas
entre indicios
de estrellas
cortadas por juramentos de màstiles.

Allì lleguè a lo indispensable. Eso creìa.

Pero sòlo habìa llenado puntos
de kerosene. Un salòn mutando
entre plasticos
de azufre
una mañana en que todo era 
tarde como la noche.

Tarde muy tarde.

Como para ser nocturno.





Guillermo Paredes Mattos

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