jueves, 14 de marzo de 2013

Manadas Estrùcturales







Escribo de la tierra, hoy que el oceano descompòne
un àtomo en mi boca y un funeral
de luces quìmicas
lucen bordes fosforecentes.

Busco en ella un alfabeto.
Una cripta de piedra.
Una manada estructural como el viento.

Mis manos desembocan
en sagrados pèndulos de aire.

Desde ellas se elevaron pendientes.
Suspensos de naipes y lineas de pàjaros
arrancaron a la eternidad
una andanada
un gesto insòlito de encomios
y fragatas. Una barbarie de intensidad
y sueños.

He caminado entre ella, con los sonidos
que el tìmpano cuelga
sobre una roca, hasta que el sol
bebe su postrero
encanto con lengua de manantial
y quimera.

Marche a sus grutas, con el enigma
de una deriva
que aplasta en
su epitafio
la raìz descolorida del poniente;
sus sartas de violines.

Se concebìan mandolinas entre 
poligonos, 
asediaban los cultos la libertad
de la transparencia
en los cristales.

Intentè pertenecer a ese vidrio.

Interprete a mi conciencia
nuevamente
hasta oirme muy distante.

Ajeno a las lluvias y sus corrientes.
Ajeno a los màstiles y los parpados cerrados
del horizonte.

Ese horizonte que al cerrar sus parpados
esconde las regiones del crepùsculo.

Y sòlo nos ofrece el canto de langosta 
una noche.


Guillermo Paredes Mattos



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