viernes, 1 de marzo de 2013

El Màs Extraño Riesgo








Quisièramos que la palabra se detenga, pero
a costa de si misma.

Que no tuviera que elegirnos para ello.

Deberìa - y no otra cosa- que todas las
cosas sucedieran en su interior.

No deberìamos acompañarlas.


Nosotros sòlo deberìamos acompañar
algùn parpado.

Buscar en el parpadear.

Mirar el instante de la fotografìa.


Comprenderìamos -quizà- si esa palabra
nos explicara que sucede con ella.

Què clase de vida hay en ella que
necesita de otra para caminar.

Es decir la nuestra.

Y, no podemos afirmar que somos su 
otra mitad, pues no estamos hechos sòlo
de sonidos.

Carnalmente fonèticos no somos.

Ni siquiera la palabra lo es.


Quisieramos que las palabras nos hablaran
de un mundo donde ellas no necesitàran de
nosotros.

Donde la tilde y el rastrojo pudieran llegar.

Un universo donde 
quizà pudieramos
despertar.




Guillermo Paredes Mattos

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