miércoles, 14 de diciembre de 2011

Simboepísteme de la Divinidad

Dios camina ebrio.

Lo sè por lenguajes en noches de alcoholes
mientras al mar le da por decir de cùpulas tanto
como escenarios.

Dios era dios, eso dirìa la tradiciòn de alguien
que jamàs miro dentro de nosotros
ni dentro de si.

Pero hoy es cristiano.

Pero mas hombre que dios es mi instinto
la razòn de aquella irracionalidad bordada al borde,
al filo, donde la araña teje su entraña
y el infinito cree en su espìritu.

Pero algo en mì acaba todo
lo que ayer era verdad hoy ni siquiera es mentira
lo que es un pensamiento
puede ser sòlo la trampa màs lucida de la locura.

Para poder moverme,
no necesito la maldiciòn de estar vivo.

Necesito caminar,
de vez en cuando mirar una episteme
y ascender como lo harìa la intuiciòn
debajo de ella misma.

No conozco el universo
he visto partes de èl, eso es todo.

A mì aquello llamada eternidad
es un peso que concibo de lejos.

Prefiero la distancia para ver las cosas
incluso para verme a mì mismo.

Ese quizà sea mi momento llamada amor.

Una pasiòn que se humedece en el calor,
una violencia sin simbolos.

De un mito se puede hablar tanto
como de simboepistemes
o clarooscuros
borrosas actuaciones de una brùjula
y cierta decadencia
esa mi poesìa,
esa modernidad que intenta tejer
sobre mì piel
espuelas transparentes.

Pero yo les digo -antes que ellas-
en mi pecho yo las he clavado todas con mi carne.




Guillermo Paredes mattos

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