lunes, 1 de marzo de 2010

Jardín de Sangre

Jardín de Sangre



Buscaba una nave que viviera abierta al rocío.
Que sus superficies no escribieran mas que espacios
donde asciende hacia el miedo el sueño originando
la imaginación
el canto de la razón incriminada
en jardines donde abre el yelmo su fervor
mas sucio, sagrado.

Y al hacerlo, el prontuariado jardin
de mi vida volvía a su nave, sobre ella
la naturaleza descubría al ente con el horizonte
de un beso que nunca llego a mi locura.

Ese anónimo, aquel que llega de los dioses.

Acentuado en esa nube de locura arrojada a mi aliento
buscaba que mi vida le diera esa forma
que le da la poesía al que canta, al que dice
que nuestras borrascas logran ser lo único verdadero.

Porque nunca ofrecen mentiras.

Y una verdad es el acontecimiento que arroja
un pedazo de trigo en las sombras
con la esperanza de ver crecer en ellas
el hilo de una primavera.

Una verdad es sonata febril de un funeral
ahora que las sienes recogen la caminata de mis pomulos.

Yo tuve cierto acento, personal, casi un vicio
entrañable y solitario como un guardian que muerde la
vida para conocerla.

Y en esa mentira, la verdad lo único que nos ofrece
es el sabor de su sangre
para conocerla.



Guillermo.

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