Angulos de Primavera
este poema està dedicado.
Nuestra primavera es confusa.
Nace legendaria sin haber rozado la leyenda.
Evita resultados comunes, la formula del sol al caer,
esa fìsica donde la gravedad apaga curiosamente
su voluntad entre la muerte.
En esta ùltima estrofa termina mi conversaciòn
con el que habla, estropeàndolo todo desde mi boca. Esto
no es necesariamente otro lenguaje.
Pero es previo a una tradiciòn buscando mañanas
sin espumas.
La verguenza de mi logos hecha de desprecio
porque teoricamente su medalla es ideal,
posee hechos semejantes a un infiltrado,
consideraciones natales como
el nimbo,
generales palacios dentro de astrales esculturas
sellando su nombre
en el màs rustico monumento.
Menciono rustico monumento,
Pues su presente de castigo y làtigo
invade los idiomas donde el abismo
es vertiginoso como una sacudida
de vidrio.
Nuestra verdad no es pensamiento.
No hablo de una verdad que pertenezca a todos,
sucede que dentro de mi hay muchos seres, apenas conozco
uno que otro. Todos caminan con un libro diferente y extraño
bajo los pies, en interiores que pueden ser
llamadas huellas. En consecuencia...
De ellos puedo decir que son arrojados por un velo,
por una torre sin oyentes
y ese poeta incriminàndose en suertes de
capturas o vàndalos,
sigue el desierto de un ladrillo
con una esperanza sin magia ni elasticidad,
trovadora como todas las carceles del cirro.
Nuestro universo deduce.
Abre circulos, territorios de muelles donde
ninguna escollera lograrà identificarse,
esa es una pobreza literaria
un camino sin expresiòn tan lleno de esteticidad
que sòlo me quedan latrocinios. Hablo de puramente hemistiquios.
Un puente sordidamente entre la rodilla
y mi codo,
su incendio sin repeler,
su antiguedad donde la existencia es pobre y generosa
y hasta seres de lucidez y locura
-esos tan ajenos a este texto-
forman la realidad para poder acariciar en mi soledad
la realidad de uno de sus movimientos.
Para mi trama, que puede ser lo mismo
que para mi tragedia
eso se convierte en la màs luminosa
desgracia.
Guillermo Isaac paredes Mattos.
lunes, 8 de marzo de 2010
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